Norberto James Rawlings: acercamientos a su poética (antología).

Norberto James Rawlings: acercamientos a su poética (antología).

Norberto construye un camino sólido en el que las palabras se van juntando con gracia permitiendo que la mirada se pose en sus ciudades más íntimas. Desde el primer poema de su primer libro “Sobre la marcha”, se tiene la certeza de que se está en frente de una de las voces más poderosas de la poesía dominicana: un poeta maduro que reconoció cómo se componen los pesados peldaños de nuestra cultura y hacia qué penosos lugares nos conducen, mostrándonos lo familiar de la marginalidad.

Su producción poética es breve en extensión pero sumamente profunda, dejándonos más que suficiente evidencia de una personalidad demasiado sensible y observadora. Publicó “Sobre la marcha” (1969), “La provincia sublevada” (1972), “Vivir” (1981), “Lecciones para una ausencia” (1999), “La urdimbre del silencio” (2000), “Patria portátil” (2004), “Oscuro amor” (2004-2008), y “Bitácora azul” (2020) (contenida en la “Poesía completa”, publicada por Ediciones Cielonaranja).

Su poesía propicia acercamientos a lo cotidiano desde el festejo del cuerpo, un camino que recorremos perdiéndonos por sus frágiles calles y vericuetos. Supo encontrarse múltiple en un juego de voces teseladas, pulida expresión de quien se ha construido a sí mismo desde el autorreconocimiento de su condición ontológica: de ser negro, dominicano, revolucionario, inmigrante y marginal. Ser en este contexto cultural es reconocer también aquello que no se es, desde qué lugares nos contrastamos. Norberto nos muestra una cara de la tristeza que piensa siempre una patria o muchas, la imperfección de un concepto de patria difuso y que cambia siempre, un recuerdo constante que nos mantiene anclados a nuestro ideal propio. Llega un punto en el que la patria se nos deshace en las manos y cuando pasa, ya hemos estado preparados.

Norberto también tiene la sensibilidad de recorrer con el pensamiento aquellas sutilezas de la vida que sin saber por qué, anhelamos ferozmente eternizar en el poema: condensa todo un imaginario desde lo breve, desde la precisión de una poesía trabajada con cuidado. Las relaciones íntimas, la visión de la ciudad y lo cotidiano, el espíritu revolucionario, son aquellos puntos neurálgicos de su poesía.

¿Cómo es posible que una voz tan profunda sea apenas conocida/reconocida en nuestro teatro cultural? Me pregunto cuántas otras voces como las de Norberto sólo encontrarán lectores póstumamamente por el descuido, la negligencia y el omitimiento. Aquí compartimos catorce poemas suyos extraídos de su “Poesía completa”, publicada por Miguel D. Mena en Ediciones Cielonaranga, un muestrario que espero sirva de acercamiento a su universo poético.

—Claudio Troisemme.

Bibliografía: James Rawlings, N. (2020). “Poesía completa”. Santo Domingo: Ediciones Cielonaranja.


Sobre la marcha

Sobre la marcha
Vamos construyendo el canto
articulando lentamente
los pesados peldaños de nuestra sangre.
(En cada caída que acontece
hay un imperceptible pero seguro ascenso).

II

Sobre la marcha
vamos venciendo la angustia
derrotando pausadamente la tristeza
que antecede
la tierna
dulce
ingenua
carcajada juvenil
reprimida aun antes de nacer.

III

Sobre la marcha
propiciamos el hundimiento
de las oscuras rutas de la derrota.
Las persistentes posibilidades del llanto
más allá de nosotros mismos
más acá del sueño
concluido.

IV

En medio de esta ambición
crecen las rígidas espigas buscadoras de luz
peinando la brisa
caminando aun sin rastro en lo alto.

En el mismo centro de nuestro sueño
se elevan apaciblemente como crecida esperanza que
—sobre la marcha—
nos damos.

V

La tristeza nos precede.

VI

Siempre que intentamos cantar
la gloria de estos pueblos
compartir
la poca dulzura de los días
sonreír
junto a los niños en lo etéreo de su mundo ingenuo encontramos
siempre
el áspero e invisible muro de la angustia alzándose
cortándonos el paso
perturbándonos la marcha.

VII

Siempre que alguien nos cobija de afecto
procura albergue a nuestras palabras
trata de aminorarnos lo escabroso de esta marcha.
Siempre que procuramos hacer menos pesadas las alforjas del sueño
menos densa la oscuridad
de noches perdiéndose
perdiéndonos.
Nos sale al paso
lo triste
con sus terribles y amargas consecuencias
para el amor que preservamos
—a pesar del llanto—.

VIII

Los que te soñamos paisaje amplio
creciente
de laboriosa alegría.

Los que ofrendamos osamenta y sangre
para edificar los escalones
que ahora sirven
a la muerte
al destierro prematuro
de los defensores del sueño
somos burlados
por quienes en un momento
juntaron su canto con el nuestro.

La traición extendió sus raíces
en la débil contextura de su fe
y ya no fue suyo
el riguroso tormento
que
sobre la marcha
abolimos.

IX

Cada paso dado en esta marcha.
Cada caída. Cada nuevo grito.
Cada ramalazo del dolor constante
—casi doblegándonos—
llenan de sentido el huevo y torpe vocablo.

En realidad
no es sólo una palabra. No es
sólo
la agredida y mínima geografía
de talada luz que nos sostiene
que nos recibe
es: abierto portón hacia la vida
hacia la desconocida estación del amor
el sosiego que forjamos
a cada paso
en cada caída
en cada grito desatándose
y
esta fijo amargor.
Esta llama de adulta pena que extinguimos
sobre la marcha.

X

No sé si el tiempo será capaz
de ofrendarnos
la tranquilidad que buscamos.

Sé que ahora hoy
somos como objetos de obligada sumersión
—raíces quizás—
constantemente hundidas
en el intacto material de la angustia
y este cósmico dolor llenándolo todo.
Todo.

(Por ahora dejamos este amargo alfabeto
con la única
permanente
y cierta explicación de nuestro anhelo).

XI

Sólo habrá final
para esta marcha
cuando cada mujer posea su sonrisa
y cada hombre
recobre su arrebatada dignidad.

XII

Al final
nadie echará de menos el rumbo de las mariposas
ni la exigua alegría del niño.
Junto al hombre
liberado de la angustia
poblarán una misma estación
todos dulcemente
apaciblemente
llenaremos
la interminable estación del amor.

XIII

No es culpa nuestra
—Maggy—
que los niños ignoren
la casi inexplicable ternura de la flor
la ida constante de los ríos
que nuestras casas
tengamos que numerarlas
con
la vencida savia de los ausentes
para distinguirnos de los demás
porque la verdad Maggy
no es sólo la tristeza
nuestro signo.

XIV

Yo sé y lo sabes tú también
que no es culpa nuestra
el que nadie en el barrio
ahora
hoy
pregunte con justificada precaución:
-¿Qué tal…cómo te va?
-Ahí ahí…
Y sé como lo sabes tú también
que es justa esta ira
que no es posible la alegría
mientras exista tanta pena por vencer mientras no sean
cumplidos
los estatutos del amor
y en el amplio e invencible corazón del hombre
se instaure
la definitiva morada de la paz.
XV

El agujerado techo de zinc.
Las apretujadas paredes de madera vieja
y este piso de tierra
muy nuestro
son
los únicos testigos reales
de nuestra nocturna derrota
ante el pan ausente
el abundante sexo.

XVI

Yo no soy un extranjero más.
Soy sencillamente uno de ustedes
con
la mínima diferencia
de los libros subrayados
con una sonrisa
brevemente trazada.
En mí
—como en ustedes—
no hay paz
sólo la insistente y milenaria angustia
que heredamos
sólo el aprendido miedo a las palabras
que
sobre la marcha
vencemos.

Extraído de “Sobre la marcha” (1969).


Vedado

Calles
escalonadas cifras
como golpeándose.
Calles
como inmensas cintas de agua.
Luz desparramándose sobre las casas.
Andamios que se levantan
contra el cielo.
Aquí y allá la violencia
de los colores. Aquí y allá
el aire jugueteando
brindando canciones.
Aquí y allá
—de manos con la alegría—
hombre
que se tutean con la muerte
por el asfaltado alfabeto de las calles
camino a casa
cargado del blanco sosiego
de la única estrella.

Extraído de “Vivir” (1981).


Flor de fuego

El apagado hueco
que en el aire se establece
por cada flor derribada
es espacio propicio
a ser llenado de amor
—hecho piedra o plomo—
para romper los cercos del odio.
¿En cuáles circunstancias
puede ser útil una flor
en tantas y tan amargas rutas del hombre?
La sal de los caminos hemos sido
hoy somos flor de fuego
para las más puras sombras.

Extraído de “Vivir” (1981).


Las márgenes del sueño

No sé realmente quién sea
esta mujer. Sé que puede
flamear en la oscuridad
y puede arder invisible su fuego
sin tocar las márgenes del sueño.
Puede su vigencia de luz
llenar los recintos intocados del día.
Puede ir río arriba
atravesar paredes
romper aguas caudalosas
confundirse con los peces.
Al doblar de la esquina
en salas de espera
en medio de la multitud
—puños alzados contra el cielo—
esta mujer existe
late y flamea sus colores
orbita dulcemente nuestras pupilas.

Extraído de “Lecciones para una ausencia” (1999).


Cada noche

Se cruzaron con las mías
sus interrogantes
y por momentos no supe
si contarle de más inmensa caravana
de estrellas
de este ruido que trae el mar
adherido a sus olas.
Cada noche
como quien asegura llaves
joyas o secretos
guardo signos suyos bajo mi almohada.

Extraído de “Lecciones para una ausencia” (1999).


La casa

La casa en que vivo
es un pequeño recinto de sombras
viejas lámparas de agotado aceite
empolvados tomos
que a ratos releo
subrayo
comento.
Las sombras que llenan la casa
que habito
son gárrulos y deleznables inquilinos
de oscuro lenguaje
que nadie logra descifrar
a no ser los antiguos habitantes.

La casa que ahora habito
llena de viejas lejanas
y ajenas sombras
está también poblada de augurios
que navegan de una a otra habitación.
Al pasar ante los espejos
se detienen
fijan en ellos antiquísimas imágenes
se bañan en el silencio
cada vez que veo repetidos mis gestos
en la misma luz.
Esta casa entristece. No quiero
evocar sus antiguos ruidos
no sea que me empujen el recuerdo
hacia la infancia.

Extraído de “Lecciones para una ausencia” (1999).


Estatuas

Las estatuas,

mueren también,

si nadie las mira.


Extraído de “La urdimbre del silencio” (2020).


Cansancio visible

Hay cierto cansancio visible,
cierto hollín de modorra,
nube que cuelga interminable,
obstruyendo luces del placer.

Existen olores oscuros,
señas de identidad,
que cuelgan de la vestimenta de
los objetos,
atareados con su propio decaimiento,
zozobrantes de sí mismos
(prefiero la palabra driftwood
con sus bordes mellados)
en lo profundo de su abandono.

Extraído de “La urdimbre del silencio” (2020).


Ante la puerta

Ves ante ti la puerta
que bien pudiera dar
al ámbito esperado,
al simple vacío o a la nada.
Ante ti está cerrada,
pero bastan tus deseos de atravesarla,
y se transforma lo que pudiera ser,
el otro lado,
los siempre ambiguos planes de la noche,
el aire, a veces, siniestro de calles
y callejones,
de salas de espera.
Como turista entre alborotadas
palomas,
con las manos sumergidas
en la penumbra de los bolsillos,
permaneces ante la puerta indeciso.

Extraído de “La urdimbre del silencio” (2020).


Lección

Observa hijo como rasguña
el mar las orillas de la playa
como a dentelladas húmedas
impone su reino salobre
Cuando canta el mar
se embriaga de sol la brisa
se cuela su música amarga
entre blancas cortinas de agua
y construye la distancia
con invisibles partículas
de transparencia diurna.

Extraído de “Patria portátil” (2004).


Patria portátil

Había que olvidar las esquinas del barrio
la heladería
el parque
las iglesias
la librería
los colmados
la playa
el sastre
el barbero
el zapatero remendón
Había que cultivar nuevos amores
nuevos amigos
Había que acostumbrarse a un nuevo sol
a una nueva luna
Yo inventé los míos
Invente para mí esta patria portátil
que me cuelga bien adentro
con sus ríos montañas valles
y héroes
Me busqué otra luna
Seguí adorando el mismo sol
los hibiscos
los almendros
los callejones
y las palmas
Mi hijo
aunque desconoce del sol sus ardores
y de la caña la dulzura
que veneraban sus abuelos
la reverencia al pargo
a la ciguapa
la majestuosidad del framboyán
es sacerdote de las palmeras.

Extraído de “Patria portátil” (2004).


Lo que no sabe el cuchillo

No sabe el cuchillo
la profundidad de la herida
en que navega su filo
las oleadas de dolor
que a su paso (des)encadena.
Nada sabe el dolor
de las tinieblas que lo engendran
ni de los alcoholes que destilan
sus propias sombras.

Extraído de “Oscuro amor” (2004-2008).


Otra manera

¿De qué otra manera he de tenerte
plena mía cereal de mis días
luz vespertina que muriendo sin saberlo
exhibe su alegría?
¿Cómo he de regresar el tiempo
si hemos partido y el torpe y desgastado
pañuelo del adiós
sigue ondeando
mientras en otros corazones hurgamos
buscándonos?

Extraído de “Oscuro amor” (2004-2008).


Esos que arrastran

Esos que arrastran
las oscuras aguas de tus ojos
son escombros de mi pasado
desilusiones inadvertidas
duelo entre resplandor y sombra
tierno desafío
guirnalda de luz
flor de viento
sollozo reprimido
Ahora
por tus silencios trepan los míos
Todo se llena de ti
y te siento crecer vigorosa
irrepetible más allá de ti misma
como número momento
o cifra de día no vivido
como pregunta extendida
sin signos
sin fin.

Extraído de “Oscuro amor” (2004-2008).


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