Diez poemas de Michelle Ricardo

Diez poemas de Michelle Ricardo

Michelle Ricardo, quien escribe desde el cuerpo como una afirmación política de la experiencia negra diasporizada en el caribe, desde las vísceras de una mujer negra que no vacila en eufemismos, que no sucumbe ante sensibilidades puñeteras en parnasos estériles faltos de responsabilidad colectiva.—Sociedad Cimarrona [1].

[1] Fragmento extraído de la reseña del proyecto “Sociedad Cimarrona” (2015).


Michelle Ricardo es una poeta que ha bebido de la más exclusiva tradición del spoken word, pasando por Josefina Báez, The Last Poets, hasta la estética de la tradición ancestral del panteón Yoruba, acercándo la creación poética al concepto de oralidad —de donde todo lenguaje se origina—, creando imágenes de resistencia y reflexiones críticas sobre la condición de ser negra, de asumirnos dentro de un contexto que nos recuerda cada vez que se puede, aquellas condiciones vitales ideales de ser, donde la idea de lo negro es una constante negación ontológica.

En un mundo cada vez más vacío, sin contenido, en donde todo lo consumimos pre-masticado a través de la sobresaturación estímulos, Michelle encuentra oportuno recordar la extensa herencia africana que subyace en el concepto del “ser dominicano” y que es negado por por las instituciones de poder y los imaginarios colectivos que priorizan las imágenes de la blanquitud hegemónica. Michelle es una de las voces de la contracultura: una oposición insistente que se mantiene golpeando los cimientos de la manera de asumirnos como sujetos en esta isla que nos desconoce.

Aquí compartimos una selección de 10 poemas de Michelle de los cuales, los dos últimos son poemas inéditos.



Canción de cuna bajo cielo abierto

BINA BA KU A FEERU BOJU
BOGEDE BA KU A FOMO RE ROPO
OLOYE KU FOLOYE SILE LO
OJI TAA BA PAJU DE
OMO RERE NI KO JOGUN WA


“Cuando uno muere, un sobreviviente está para reemplazarlo.
La sustitución es esencial.
Un líder muerto sale, un líder vivo queda.
En el día de nuestra muerte,
podremos dejar un precioso niño que herede nuestra tradición.”

Fragmento de poema Ewi Yoruba a los nacidos.

Ellos estaban de pie en la orilla pidiéndole a la diosa.
Hablaban de un puerto ancho,
del color de otro mar,
del sabor de otro cielo.

Ellos cantaban
con la garganta abierta
alrededor de la ceiba,
la misma,
que había quedado presa
del animal pálido.
Los ataúdes estaban amarrados a su cuerpo.
De sus raíces
salía un olor fétido.
Y de su interior
los espíritus de hombres dorados
echaban la bendición a los negros.

Sus hermanos ahora
fueron otras tribus que murieron de sus propias manos.
Cazaron con los colmillos del león,
llevaron trofeos de elefantes.
El reino era próspero antes de la sombra.
Ahora, de espaldas a la tierra, de rodillas a la diosa.
Veían el sopor de sus nietos quinientos años después.
Y prometieron dejar la puerta abierta.
Regresarían con el alma de sus niños al tiempo
a casa.

La bruma era agua de río, promesa.
Era la respuesta ancestral
que se perpetua
en el vientre de la madre en la semilla del padre.
Y trasciende.
Baja de las lomas en canto.
En batir de alas.
En arrullo de viento.
En salitre que come hierro.
Eco de arrodillados.
Latir dorado de Ceiba en confluencia,
perenne, aun hasta este día.

Estamos frente al umbral del Continente.
Soy tradición.

Extraído del poemario “AyitiQuisqueya”, publicado por la Editorial Anticanon, 2019.




Tierra Isla

La Isla está dentro de mí guardada.
En el aliento y los trasnoches
mantengo,
a todas las Juanas que saltan y topan.
A todas las Tingó y cien veces mi Abuela.
A todos los Bosch y los Luis y los Peña.

Soy Salomé metida en la escuela.
La que tira la piedra en huelga.
Yamilet con triple salto mortal.

Soy este tiempo en efervescenciade cambio.
El algoritmo de un Masacre lento,
irracional, ingenuo, totalmente descalzo.
La deriva de este sueño prohibido
con intoxicación de paraíso.

La Isla está centralizada en mi pecho,
como cualquier mala palabra en lengua emancipada.
¡Soy toda Caribe!

Corazón de vellonera tengo,
deseo que me manoseen todos los ritmos.
y mis hijos prietos y jabaos y mestizas y bellos.

El dolor nunca se separa…
Soy la Liborio en yola.
La línea intermitente
entre el mambo y el merengue.
El estrellato de la diáspora / los 400 metros con vallas.
Soy el mejunje de los Palos con Blues.
Pío Brazobán en el Kumbá
cuando suenan canoitas.

Soy esta histeria, histórica, colonial
llena de nostalgia.
El ¡ay! del ¡ombe! como interjección contestataria.

Búscame
en el rizo exacerbado de mi pelo, descubrirás el mundo entero.
Un complejo de continente
idealizado en tierra circundada por agua.

Todo,
por el placer de la reconciliación.
tú / yo.

Extraído del poemario “AyitiQuisqueya”, publicado por la Editorial Anticanon, 2019.




Árbol de monte

“Al derrocarme, sólo se ha abatido el tronco del árbol de la libertad de los negros. Pero este volverá a brotar de sus raíces, porque son muchas y muy profundas”.

Declaración de Toussaint-Louverture al ser capturado.



I

En las noches
el viento sopla con destino miedo.
Oscuridad
aurora muerta, infinita, sin memoria.

El amo
escribió en los ojos de los niños,
marcó las reses como pueblo.

Estamos inscritos en el libro del lamento.
Antillas hambre.

Tú, no eres Caribe.

“Tú, no eres…”

II

En África
nació el camino al perdón.
En el Orinoco
la conquista del guerrero.

Ahora
la tierra enciende
velas para este tiempo.
Porque negar los ancestros
es una cordillera caníbal que traga sus miembros.

Desconozco esa historia.
Me nomino.
¡Mwen rele L'Ouverture!

Hay un futuro luminoso en esta consciencia.
La mañana anuncia
el nacimiento nuevo
porque Cacibajagua está abierta en areíto.
La piedra del Origen
nos ha reconocido:

L’Ouverture, árbol de monte.

Extraído del poemario “AyitiQuisqueya”, publicado por la Editorial Anticanon, 2019.




Un canto

Este es el pulso del nuestro Corazón.
La victoria de nuestras ancestras.
La sangre.
La isla indivisible y sin banderas.
La voz alta que llama desde las sierras.
Tu abyecta praxis blanca nos sometió por todas.
A cualquiera.
Nos disminuyó a un cuerpo consagrado.
A unas piernas abiertas.
A ser la razón de tu pecado y asumirnos mierda.
Quinientos años sometidas en la Isla
Aun se escapan por alaciadas cabelleras.
El salón un complejo de diván.
Nos arrastraste al abismo de la vergüenza.

Mama, mama, mama,

Hemos sido vendidas.
Por las partes bajas.
Por las partes altas por las profundidades.
Por la lengua.
Pero hoy, papa, basta.

Hoy mi sangre llama.
¡No quiero más mancha!
¡Siempre demasiado!
¡Demasiada puta!
¡Demasiada leída!
¡Demasiada macha!
¡Demasiada loca!
¡Demasiada rebelde!
¡Demasiada independiente!
¡Demasiada fea!
¡Demasiada gorda!
¡Demasiada flaca!
¡Demasiado negra!
¡Demasiada siempre para ti!

Pero hoy es basta.
¡BASTA! ¡BASTA! ¡BASTA! ¡BASTA! ¡BASTA!
No quiero ser suave, correcta, virgen y perfecta.
¡Basta!

Este es mi canto.
Nuestro canto.
Hoy canta el amor.

Extraído del poemario “AyitiQuisqueya”, publicado por la Editorial Anticanon, 2019.




¡Bailemos!

Las cosquillas flotan en el aire,
disueltas en sinapsis que se encuentran.
Yo estoy para ti
porque para ti es la vida.
Tu eres la memoria
que se reconoce a la vuelta.

¿A dónde voy después de esto?

Al reencuentro de los ancestros
y a la caricia perdida
que flota en una brisa tempestuosa.

Hemos decidido ser Caribe,
¿lo recuerdas?

Una voluta mortal
que se viste de dicha
en carnaval.
Y que profesa
tu diosa lengua cimarrona
emancipando cuerpos,
¡toda la vida!

Encontrarte fue un momento poderoso
como caminar sobre el mar
o hacer ofrendas a Yemayá
o así,
de manos,
bailar.

Extraído del poemario “AyitiQuisqueya”, publicado por la Editorial Anticanon, 2019.




Kay también

El miedo
sustrajo tus memorias
a mí pueblo.

Cegó mis ojos
al color de mi piel,
a la textura de mi pelo.
Aplaudió la rabia del amo
cuando quebraste sus cadenas
y bailaste con los dioses sin miseria.

Hoy
tu sangre
de tierra libre
deambula por mis calles
en silencio.
¡Calles nuestras!

Porque tú Ayiti/Haití
eres dignidad
en cada cuerpo negro.

Extraído del poemario “AyitiQuisqueya”, publicado por la Editorial Anticanon, 2019.




Acción de Orígenes I

El verde
nace hoja de árbol.
Como animal
satisface su evolución
abriendo sus mandíbulasd e v o r a n d o.

Por todo el archipiélago se expande.
Se transforma en Isla.
Se vuelve CARIBE.

Y domina la muerte
siendo próxima generación.

Extraído del poemario “AyitiQuisqueya”, publicado por la Editorial Anticanon, 2019.




Negra Caribeña

En la Isla
se practica una cultura
de idiosincrasia colonizada.
Pelo largo, pelo lacio, pelo blanco.
Qué se metan el pelo, por el… miedo.
Miedo de asumir
que de negros tenemos tanto.
¿Negra? ¿Tú? ¿Y quién ha dicho?
Si tú eres indiecita caribeña. Que de negra,
nada más la greña.
Y cuidao’.

Porque tus moños no son tan malos. No.
Entonces, me ponen una “I” en el tipo de piel en la cédula.
Porque en este país el indigenismo
se limitó a una letra, a ese color sacro que expía
el demonio africano.
¿India Yo? !Yo no!
Y no me malinterpreten.
Que si yo fuese la nieta de Enriquillo, sobrina de Caonabo o la hija de Guacanagarix.
Yo fuese la primera que lo dijera
muy orgullosamente.
Pero a los indios de ahora
lo que más les gusta es asumir la postura de esclavos.
E-S-C-L-A-V-O-S.
Del teléfono, de la radio,
de la tv, del dinero, de los carros, de los tenis,
de la droga y de decir que tenían un antepasado blanco.
Es por eso que si de negra, nada más mi greña.
Me quedo con la greña. Porque es que yo…
Negra Caribeña soy.

Extraído del poemario “AyitiQuisqueya”, publicado por la Editorial Anticanon, 2019.




Acción salvaje

La marca
que persigues
es tuya también.

No importa
que mi sangre brote
porque consagrará estas calles.

Mi negritud se expandirá.
Mi indigenismo sin blanquear
emancipará el nombre.
Mi sajón sin bautizar renacerá del fuego.

Regresaré
al sagrario del hogar,
a la tribu de mis Dioses,
mordiendo.

No importa,
que animalices cada parte
de este cuerpo.
Ya estoy muerta.

El peón engulle el engaño
que la mano arroja.


Del territorio,
esta es la acción salvaje.

Él -policía.

Yo / nosotros.

Él -dispara.

Poema inédito.




Esperancita

En memoria de todas la mujeres víctimas del Estado.


Ella tuvo cáncer,
un aborto
y un paro cardíaco.

La tierra se les amontona
por eso no los ves.
Aunque no lo creas,
tú y ellos, son lo mismo.
Yo también.
Todos somos este Caribe enfermo.

Mientras
las iglesias celebran ritos
que re-poseen al demonio ignorante.

La descomposición se esparce
desde el litoral al centro.

Ayer hubo fiesta en el palacio.
Dentro de los autos.

Ayer no existe
y el presente
se desvanece rápidamente
entre las agujas del reloj.

Ella se convirtió en cordero.
En una imagen sin nombre.

Poema inédito.




Michelle Ricardo (Santo Domingo, 1986). Artista visual, poeta y activista social, egresada de la Escuela de Diseño Altos de Chavón y la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la Ciudad de México. Fue integrante del colectivo internacional de Hip Hop Quilomboarte haciendo Spoken Word.
Ha tenido múltiples presentaciones poéticas en México, Colombia, Haití, y República Dominicana, destacándose por ser de las voces más frescas de la resistencia criolla: Michelle concentra en su discurso creador una postura crítica y reflexiva nacida de la experiencia del saberse afrodescendiente, mujer e isleña, ante una sociedad enajenada y abnegada en el corazón del Caribe.
Como gestora cultural forma parte del colectivo de mujeres Anticanon, quienes visibilizan el trabajo constante de las mujeres creadoras en el contexto dominicano que pasan desapercibidas por la tendencia generalizada de omitir la producción literaria de la mujer.
Libros publicados:
“AyitiQuisqueya” (Editorial Anticanon, 2019).


Antologías:
“Antología Liberoamericanas, 80 poetas contemporáneas” (Liberoamerica, 2018).

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