Karol Starocean y su libro Dramamine

Karol Starocean y su libro Dramamine

Fotografía extraída del Facebook de la autora.


Karol Starocean (Santo Domingo, 1981), Poeta, narradora y artista visual. Ganadora de la Bienal de Artes del Centro León (2016), ha publicado los libros: “Salta Charcos” (autoedición, 2016), “Dramamine” (Ediciones Cielonaranja, 2017) y “Forgotten” (Papá Bocó, 2018). Una de las voces más frescas de la poesía contemporánea dominicana.

La ciudad se abre ante los ojos de Karol como cuando en un lapso agrietado del día te das cuenta de que estás en una de las esquinas más concurridas sin saber de dónde llegaste ni a dónde ibas. Karol tiene esa capacidad de contar historias que puedes ubicar en algún espacio geográfico sin perder su cualidad universal, porque sabe muy bien que eso que ve sólo hay que señalarlo y que al hacerlo el otro podrá verlo también. Su mirada está en cualquier parte.

La poesía es dos cosas totalmente diferentes: para quien la escribe puede ser una liberación, un estado de gracia, una epifanía que se revela como el milagro ante los ojos, un prisma por el que se mira el mundo y se decodifica su luz en colores; para el lector bien pudiera ser un asombro, un descubrir algo que nunca imaginó, alguna nueva forma de apreciar pero sobre todo sentir. La poesía produce sensaciones, nos cuestiona y nos pone en el mapa. Con Karol hay que ser cuidadosos, pues en sus textos pareciera como si uno estuviera en una película cotidiana que ha visto decenas de veces sin detenerse a ver el paisaje. Karol hace eso: te hace mirar, convierte la imagen usual en un discernimiento, en un aire detenido en el que te das tiempo para pensar el espacio desde el yo, desde la fragilidad de lo que se es frente al otro, desde nuestra incertidumbre o hastío.

¨Dramamine¨ es una mirada íntima desde una imaginación que se nutre de lo rural, de lo urbano, del retrato cliché, desde la sensación de crisis que nunca atinamos a definir en el papel pero que crece como el agua de lluvia en las cubetas plásticas que dejamos en el techo.
-Claudio Troisemme.


Aquí compartimos una selección de su libro Dramamine, publicado por Ediciones Cielonaranja.



A Donde se dirigen las nubes


Se me ensanchan las caderas
de pie frente a la tarde
Soy un vagar sin rumbo de las nubes
una cadencia que desaparece
una mancha sobre la noche

Escucho un murmullo detrás del viento
y sin embargo
es una simple nube
que se arrastra y hace ruido
una escenografía transversal
de una carta de vuelo desconocida

Nubes sobre Kamchatka
nubes sobre el “Higueral del Rey”
una corriente de viento sobre “El Cercado”
una intranquilidad en las colinas del sur
en el Himalaya
un vestido transparente y húmedo
que oculta la desnudez de las cumbres

Gotas de agua microscópicas
suspendidas en la atmósfera
dispersando la luz visible
una foto de nubes sobre un puerto
cielo Rojo
un montón de pensamientos
subiendo en cadena hasta el azul
masas visibles
que viajan
se transforman
desaparecen
cubren el sol
y llueve.

Adendum

                                       
Enseñar y aprender a mirar
a través de otros ojos
cuando de pronto
mis ojos hoy son
ciegos orbitales
debajo
de una venda azul

Nunca conocí el mar
no sentí su salinidad espumosa
ni me sumergí
en sus montones
de agua
no vi su transparente fluir
sobre la palma de mi mano
ni escuche su multitud de nombres
e idiomas
no se hundieron las plantas de mis pies
sin hojas
en una arena gris y salada
tan oscura tan oscura
mientras más se hunden los pies

Mis ojos son hoy
ciegos orbitales
debajo
de una venda azul
me sostengo sobre una cuerda roja
imagino un faro con un chorro de luz
desparramado sobre una costa

La punta de una pluma que escribe
sus líneas doradas sobre el agua
una red de pesca de barcos
una soga que empuja
hacia la orilla
como todos los faros del mundo

Tanto hablar del mar
[Y mis ojos y mis orbitales]
siempre bajo la venda azul
tanto paisaje
tanta espuma y tanta agua
azul
ceguera
orbitales.


Debajo de santo domingo hay túneles


En Santo Domingo hay túneles, muchos túneles, muy largos, que se extienden en una amplitud desparramada incalculable de extremo a extremo de la isla, desde el mar Caribe hasta el océano atlántico. Cuando llueve, la mitad del mar Caribe sube a la superficie a saludar a la lluvia y la otra mitad del agua que nace de las nubes se exprime como la mitad de una naranja sobre las calles, las casas, las palmeras desplumadas del malecón, las cañadas de los infelices felices, las estaciones de policía y los postes con aroma a orinales gracias a los perritos alegres sin dueño. Los hombres se quitan las camisas y las mujeres se cubren el cabello con fundas de supermercado para que no se les rice el pelo, los niños se bajan los pantalones para deslizarse por las cañerías hasta el enorme charco del final de la calle. Hay quien piensa en salvavidas y chalecos naranja, pero ellos salen presurosos a cubrirse la cabeza con jabón de cuaba* y enjugarse los cabellos con los caños que bajan de los techos de las casas, los caños de afuera, porque adentro los caños son más discretos, no da para bañarse, pero inundan las casas, entonces hay que barrer el agua hacia la calle inundada, con escobas de las hojas secas caídas de las palmeras y suspirar, por mojarse siempre los pies, dentro o fuera de una casa. Los coches no sienten vergüenza al empinarse, se elevan hasta la superficie del agua y comienzan a flotar como los patitos amarillos de hule en la bañera, semejando marionetas de hilos invisibles,  autónomos, sin dirección. Los conductores se saludan alegremente con la boca llena de espuma, por la rabia. Cuando cae la noche un manto oscuro se cierne más allá de la vista, hasta la oscuridad es húmeda, se puede tocar, se siente la ropa mojada pegada del cuerpo, pero nadie la ve, ni nadie la evita, como si fuera inherente a la vida, por el principio aquel de que la lluvia moja y no se pierde tiempo pensando en ello.En Santo Domingo los Huracanes son fenómenos sociales de gran intensidad y voluntad, aunque en su viaje a veces su euforia disminuya o incluso desaparezca en sus inicios, están decididos a pasar a saludar, se sienten solos y buscan tierra, objetos y personas, cuando desean observar de cerca, en los contornos de sus ojos todo permanece en calma, como el encuadre que un fotógrafo profesional sin angustias buscaría para captar sus mejores ángulos, captar por un instante la realidad y luego imprimirla para su conciencia ilimitada o la de todo el mundo.

Es cuando los huracanes pasan a saludar a Santo Domingo cuando debajo de los túneles grandes, muy grandes y largos aparece el fantasma de la Carabela Santa Maria, todos pensaron desde 1492 que con los restos del naufragio se había erigido un fuerte, pero he aquí que mintieron todos y como nadie estuvo ahí, no pueden comprobarlo, porque lo que si se puede comprobar es el fantasma de la Carabela que surge desde los acantilados en la desembocadura del río Ozama. Es una visión espantosa, aquella sombra fantasmagórica que se va moviendo con todas las señas de querer dirigirse a alguna parte, mientras la gente agita las tazas para que la azúcar se mezcle con el chocolate, toda la ciudad a oscuras, dándose puntitos de luminosidad con velas encendidas encima de la nevera apagada, de las mesas con manteles de plástico chino, las puertas abiertas para que entre un poco la brisa de una calle sin alumbrado eléctrico, pero que abraza a todos, los que hacen los mismos cuentos, los que se pelean lanzando botellas de cerveza y los que cantan debajo de los árboles que también parecen sombras, como la carabela esa que sigue intentando salir más allá del puerto por el mar.  Y cuando vuelve a desaparecer entre la agonía de la noche, el miedo a los mosquitos cede ante el cansancio y el sueño, por reacción natural todos se encierran en sus casas.

Al otro día las sirenas de pánico no dejan de sonar, haciendo que los niños lloren. No hay peces ni pescadores porque entre el huracán que desea saludar hasta los huesos y la carabela fantasma la lluvia es insoportable. Mientras tanto, los corales dejan de nadar y de los edificios sale humo. No se respira, no se siente. Encima de los túneles la ciudad duerme, naufraga, Se queja y se espanta de mis ojos abiertos.

*Cuaba: (R.D.) Madera con la corteza reseca, con alto contenido de resina de Pino. Esta resina es rica en oleofinos, lo que le da su característica de volátil e ignífera.

El cuadro


Yo era un guerrero y una lanza, sin embargo, por alguna razón perentoria inexplicable, ahora soy un cuadro. El destino quiso que encontrara en mi camino un muro a la intemperie, ahora soy un guerrero, una lanza y un cuadro colgado de una pared llena de grietas. Un cuadro, un adorno artificial, como un jarrón lleno de rosas falsas o una lámpara con una bombilla que no enciende. Quiso el destino que por estas tierras abundaran las hormigas y la humedad, entonces detrás de mí, que soy un cuadro, hay un nido de hormigas. Habría que ver la cantidad de cosas que cargan las hormigas y habría que ver la cantidad de lluvia que pueden verter las nubes en tan solo un año o la cantidad de gente que se detiene frente a mí. Hay quien camina con las manos en los bolsillos sin ningún rumbo en particular, algunos me miran de repente, pero sus ojos son dos agujeros llenos de vidrio, miran sin que puedan ver y se van siguiendo su camino. Hay parejas que se detienen cerca de mí comiéndose a besos y me aburren porque soy un cuadro y nada tienen que ver conmigo.

Algunos días con sol o con lluvia mi existencia no tiene sentido alguno, no se levantan batallas debajo de ninguna piedra y entonces no encuentro en mí la necesidad de volver a ser un guerrero o una lanza para involucrarme y luchar, es posible que por eso, a pesar de ser un cuadro, un día de enero miré al cielo, los fragmentos de óleo que me componen temblaron y cayeron al suelo como pedacitos de cáscaras de huevos, la lanza oxidada cayó también haciéndose añicos, extendí los brazos como si hubiera nacido de nuevo, sacudiéndome a las hormigas que corrían despavoridas por mi espalda perdiendo sus migajas de pan robado y en un sin más, ahora ya no soy un guerrero, ni una lanza, ni un refugio para un nido de hormigas, ni un elemento decorativo para las parejas que se comen a besos o los hombres taciturnos que caminan con las manos en los bolsillos, ahora simplemente, soy una nube.
FACEBOOK TWITTER TUMBLR PINTEREST

No hay comentarios:

Con la tecnología de Blogger.