El mar y su presencia: Las olas de Thaís siempre te van a encontrar

El mar y su presencia: Las olas de Thaís siempre te van a encontrar

Imagen de Claudio Troisemme.


Thaís Espaillat
(Santo Domingo, 1994)
, tiene el encanto de una criatura que aún conserva la ilusión: juega con las piezas, con las palabras, intuye, las desarma hasta encontrar su raíz, hasta entender su naturaleza. Camina el malecón mirando hacia abajo, arriba, danzando al ritmo de la marea mientras se vuelve una metáfora de sal. Al verla me pregunto cómo conjuga para sí esa sutil expresión de sorpresa ante el mundo que la rodea, siempre buscando curiosamente aquello a lo que nadie le presta atención. Tiene la sensibilidad de hacer todo algo personal.

"¿De dónde vienen estas olas?" es una exposición llevada a cabo el pasado 18 de junio (2019) en el Centro de la Imagen, en la que se combinan la fotografía, el videoarte, la performance y la instalación, logrando una combinación para nada pretenciosa (aunque el despliegue de medios pudiera sugerir lo contrario). Durante el mes de marzo, Thaís visitó el Malecón de Santo Domingo todos los días a la misma hora: hace anotaciones, pasa tiempo con los pescadores, graba imágenes, sonidos, se trae cosas de la costa, esa que está decorada con todo el plástico que existe. Encuentra mensajes, palomas, nubes.


Fotogramas del cortometraje proyectado en la exposición, 
"Conclusiones (Este no es el futuro que nos habían prometido)".

1. Al pensar en los formatos, soportes y presentación (si nos queremos poner técnicos), lo más importante fue en todo momento la poesía y aquello que la acompaña es apenas documento referencial de su experiencia. El peso de su propuesta no radica en el componente estético: lo más importante ha sido el proceso de experimentación llevado a cabo y este, de manera muy vital, nos hace ir con ella al mar. Un detalle interesante de la muestra es la relación de la imagen con el sonido: Óscar Chabebe acompañó a Thaís en ese viaje que supone acercarse también a los sonidos del mar.

Documentación del proceso


Documentación del proceso [Fotograma].Documentación del proceso [Fotograma].Documentación del proceso [Fotograma].Documentación del proceso [Fotograma].Documentación del proceso [Fotograma].
[Fotogramas del  proceso de realización del cianotipo homónimo a la exposición filmado por Jeremy García]



"Aproximaciones a la composición"(Instalación). Video hecho por Tiempo de Zafra.



"El oleaje marítimo es:"(detalle de la performance). Video por Bezara de Tiempo de Zafra.

Thaís sabe mirar más allá de lo superficial, de los meros artilugios que son presa del lenguaje: hace lo que una verdadera poeta debe hacer, preguntar. Thaís se pregunta muchas cosas y su deseo quizá –ya tomándome el atrevimiento de suponerlo–, es indagar sobre el secreto de la vida, dejándose sorprender, no tanto "de dar respuesta" y ahí está la hermosa ironía. Incluso aunque en principio, su experimento artístico se basa en el método científico como procedimiento para explicar de "dónde vienen estas olas", sus conclusiones siempre serán la gota que ondula cuando golpea la superficie del agua. Thaís nos sugiere, nos invita a imaginar y hace su hipótesis:

«Las olas vienen del mismo lugar
de donde vienen los poemas».

Thaís vierte de sí una reflexión en torno al mar, al mismo mar que hemos negado durante siglos, dándole la espalda mientras nos sentamos frente a la ciudad, con el humo de los autos, arrojándolo lejos al destierro, como a ese familiar con el que no nos llevamos bien. El mar siempre ha sido el gran olvidado de las letras actuales dominicanas, siempre nos dejamos seducir por otras cosas, quién sabe. Su presencia es mínima en nuestra concepción de insularidad, sin embargo Thaís vuelve al mar, lo busca como una chiquilla inquieta seducida por sus olas, por su vaivén y por el viento que no es más que una palabra que se hace materia en nuestro rostro.


«Santo Domingo surgió junto a un río y al lado del mar. La ciudad, sin embargo, no integró el frente marino dentro de sus coordenadas, en un vivir que luego sería denominado como "de espaldas" al mar» ... «Pensemos los principios de altura y de perspectiva en razón de cotidianidades, usos, ideologías, discursos, prácticas. Situemos una especie de coreografía urbana: las líneas de los desplazamientos de las personas, la relación entre habitar y trabajar, entre la ciudad consumida y producida».
–Miguel D. Mena. Extraído del artículo "El malecón de Santo Domingo, encantos y desencantos", del libro: "Lecturas de Santo Domingo". Enlace del artículo aquí. 

Miguel D. Mena (Santo Domingo, 1961), –pensador, urbanista y editor de Cielonaranja–, ha abordado en sus textos esa relación que tenemos con el Mar Caribe. En su libro "Lecturas de Santo Domingo", nos ofrece en uno de sus artículos ideas en torno al malecón. También nos comparte algunos autores que también han tocado de alguna manera el tema: Homero Pumarol, Rita Indiana, René Del Risco, Miguel Alfonseca entre otros.

Otra persona que también se ha dejado seducir por el mar es Alejandro González Luna (Santo Domingo, 1983), quien con su poemario "Donde el mar termina" (Pre-textos, 2017), hace ese ejercicio de acercarse a la costa y reflexionar sobre qué nos conforma. Alejandro nos dice "Esto es una isla: tierra sin puentes. Enjambre de pequeñas palabras que arropan las olas" –extraído de "Poema preparatorio para un poema de la isla–.

Fotogramas del cortometraje proyectado en la exposición, 
"Conclusiones (Este no es el futuro que nos habían prometido)".


«No es suficiente saber que
el viento mueve las cosas»,
nos dice Thaís.
2. ¿Qué traen consigo estas olas? ¿Acaso no es el mar que se nos devuelve trayendo consigo todos esos materiales nuestros que hemos ido desechando sin pensarlo? El mar molesto, devuelve a la playa muñecas, botellas, bolsas de plástico, condondes, chancletas. En la música, Eddy Núñez, mítico editor de la legendaria revista "La Vaina", músico y cantautor nos lo recuerda en sus reflexiones en la canción "la mar de Santo Domingo", uno de los acercamientos más frescos al mar a través de la música.

En su momento, nuestro querido y admirado Tony Capellán (Tamboril, 1955) –artista visual y figura clave de la generación de los 80–, también navegó en esa metáfora que es nuestro Mar Caribe, esa extensión enorme que nos recuerda la falta de reflexión en torno a ella. Tony también se paseó por la playa: años y años de caminar juntando basura para transformarla en arte mientras al mismo tiempo limpiaba la costa, toda una labor de amor. Una de sus obras más conocidas se llama "Mar Caribe", aquella famosa instalación de chancletas de diferentes tonos de azul y verde que recreaban al mar haciendo a la vez una metáfora de la migración, de nuestro constante deseo de irnos de aquí: siempre nos estamos yendo hacia algún lugar, cuando no es pensando en volver para encontrarnos con un Santo Domingo cada vez más desteñido.



La presencia del mar siempre ha estado regulada únicamente en torno a los conceptos de tránsito, al desplazamiento, al comercio, a la idea del peligro, al saqueo, al acceso a otras geografías. Siempre los aspectos históricos son los que han prevalecido. Sin embargo, el mar son tantas cosas más que me resulta interesante que tenga tan poca relevancia en nuestro pensamiento, aún siendo este espacio un punto en el océano y que esa condición de ser un pueblo insular debería repercutir de manera más profunda. Quizá aquí valga la pena abrir las interrogantes e invitar a discutir sobre cómo es posible que estar tan cerca del mar no haya influido de manera determinante en cuestiones como la gastronomía. El mar debiera quizá ser un tema más predominante en la poesía, sin embargo nos animamos muy poco a abordar nuestras relaciones con él, utilizándolo apenas como mera parte de un estereotipado paisaje caribeño.




Después del riguroso estudio
del movimiento marítimo
sólo puedo recordar
al pequeño pescador
(fugaz amigo)
que confundió los poemas
con las adivinanzas.
O eso creí yo,
por la sorpresa
de la sardina que vi morir.

¿Qué es la poesía
sino unas luces que se mesen
sobre la suave sal del Caribe?

Detrás del negro absoluto
que demarca el horizonte,
el niño Viento patalea
y trae estas palabras
a las rocas y a la playa.
Recojo las palabras y las ordeno
en el torpe lenguaje de nosotros

Las tortugas transparentes
que se asoman con la marea
mueven con ellas esas luces.
Una cordillera tornasol
que se desvanece en el salitre
y el pasillo eterno de palmeras

No puedo hacer nada para explicar
el sonido del agua verterse sobre mí
una vuelta y otra
una vuelta y otra
una vuelta y otra
hasta volverse barco fantasma
justo debajo de todas las nubes.
Igual que el error de ciudad
desde donde calculo
el lugar exacto
donde la chichigua
esta, esta, aquella
muerde la sucia espuma
de las tardes de marzo".
–Poema que formó parte
de la performance inaugural de la exposición,"El oleaje marítimo es:".

Thaís está siempre invitándonos a mirar, a dejarnos seducir de un paisaje introspectivo en el que "el afuera" es un reflejo de lo que llevamos dentro: ese ejercicio de imaginar el mundo y apropiarnos de él construyendo otras lecturas.

Thaís, más que intentar explicarlos qué es el mar, se lo seguirá preguntando y a la vez, nos preguntará cómo es nuestra relación con esa idea del oleaje, del movimiento. Sin dudarlo mucho diría que es una de las voces más frescas y sensibles, más sugerentes de esa nueva poética que de alguna forma vuelve siempre a los principios esenciales.
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