Jhon Segura

Jhon Segura

Jhon Segura (San Pedro de Macorís). "Adoptado por Santiago. Compositor, mercadólogo, andariego, adicto al café y amante de los tatuajes. Escribo mucho y hablo poco". Libros publicados:
“Título del libro” (Editorial, 2020).

Jhon participó de la convocatoria abierta al público del Reto Poético de Frasco de Paisaje, de la plataforma cultural Moñohecho. Aquí compartimos los poemas suyos correspondientes a la versión del reto celebrada en el 2018.

Para conocer más detalles sobre qué es el Reto Poético, entra en este enlace.


RETO POÉTICO

01

A esta hora, todas las ventanas
hablan el mismo idioma
mientras cuentan historias con aroma a café,
dando la calurosa bienvenida al sol,
que trae consigo rayos de esperanza
y deseos de evolucionar
y burlar la miseria que envenena:
pero al final de la tarde,
se quedan siendo solo cuentos de café,
amores de ventanas,
sueños de mañanas.

02

¡Otra rosa más!
Una nueva rosa
para contar en sus pétalos
las horas que se hacen
eternas mientras no estás.
Una nueva rosa
que al menos dará color a mis suspiros
y ahuyentará el gris de mis atardeceres.
Una nueva rosa
que con su aroma
me señalará la ruta que me lleve
a verme otra vez
en el espejo de tus ojos.
Una nueva rosa
para acompañar a las otras doce
que yacen en mi jardín,
una por cada maldito mes
que termina sin poder
tenerte en mis brazos.

03

Cada día, miles de incautos
fijan sus miradas en mí,
me acusan de loco
solo por vivir en el colorido
refugio mental que he forjado
para escapar de mi cruda realidad:
por pensar que en la noches
a la intemperie,
vienen hadas y duendes
a acomodar mi cabeza para ayudarme a soñar y descansar.
Mi cuerpo ha sido maltratado por las inclemencias
del tiempo y los prolongados
ayunos involuntarios,
pero al despuntar el alba
me sigo preguntando:
¿soy loco por pensar diferente al resto
o está loco el mundo al no pensar igual que yo?

04

¡Compro estufa vieja, cama vieja!
Ese estruendoso y repetitivo
alarido me hace pensar
que los enseres de mi hogar
tienen esperanza
aún cuando se acabe su vida útil.
Al mismo tiempo me hace imaginar,
cuando los estragos del tiempo
hagan presencia en mi ser,
cuando mi pelo se torne
del color de las cenizas
y las arrugas hagan nido en mi piel;
quizás, en ese entonces
habrá alguien que pueda seguir viendo lo mejor en mí
y sacar provecho de mis virtudes,
aún en mis tiempos de decadencia.
Cuando yo también sea "una vaina vieja".

05

¡Capicúa carajo!
Así gritaban a viva voz
los más jóvenes celebrando su victoria campal,
sonriendo y haciendo alarde de sus habilidades manifiestas.
Pero al llegar la revancha
empezó la tensión,
el sudor en sus frentes
extinguió el ardor de la emoción,
mientras las caras que otrora sonreían,
solo lamentaban la actual dificultad.
En tanto, los mayores cerraban la jugada
y reían a carcajadas mientras decían:
¡La experiencia no se improvisa, más sabe el diablo por viejo!

06

Es domingo; día de soltar las cargas acumuladas durante la semana, compartir las libaciones inspiradas en amores pasados, danzar con las bachatas que estimulan los sentidos.

Mientras nos sentamos a la sombra de los laureles, invocamos las horas hablando de los difuntos del barrio que han partido sin poder despedirse, contamos las historias y burlas de los políticos que nos oprimen, discutimos de jonrónes y goles. Durante este día nos olvidamos que mañana volvemos a la carga, al trabajo rutinario que nos ata hasta el próximo domingo.

07

¡Ven! Te invito a cruzar el puente
para burlar el trecho que nos separa
y así poder vernos cara a cara.
Crucemos el puente,
usemos su amplitud a nuestro favor
para llegar el uno al otro
y así poder al fin conocer de memoria nuestras pieles.
No me importaría caminar por su plataforma cada día,
mientras estés tú esperando al otro lado
con las puertas abiertas sonriendo al verme llegar.
¡Ven! Vamos a cruzar el puente.

08

Un merecido descanso
de cara al ardiente sol,
como buscando compasión entre sus rayos.
Buscando sosiego del afán de cada día,
intentando en cada trago de agua
apagar el fuego que siente en sus adentros producto de la jornada,
sin advertir los botones ausentes en su camisa mal abrochada
y la cuerda que ata su pantalón a modo de improvisado cinturón.
Pero aunque disfrute del oasis; sabe que el reposo es transitorio,
hay que continuar la marcha, la carga no llegará sola a su destino.
Y aunque quizás perdió fuerzas en el tramo del campo a la ciudad;
nunca perderá su esencia, sus raíces ni su libertad.

09

La cordillera se erige firme y con elegancia al fondo del paisaje,
contemplando a la ciudad crecer, agitada entre concreto y humo.
En tanto, las nubes acarician las montañas y su espeso verdor
que toma más vida en cada rocío matutino.
La cordillera libre entre hileras de mangos y aguacates;
mientras yo en esta ciudad, en medio del ruido y la muchedumbre;
queriendo huir hacía las montañas de paz y sus ríos que corren a voluntad.

10

Me quedo en silencio mientras me acerco con atención a escucharte.
Me hablas de Gregorio, Santiago y Benito alzando sus voces audaces.
Me hablas de espadas y fusiles que resonaron con valentía en nombre de la justicia con hambre de autonomía. Cuando la corrupción era un mito y la libertad un verdadero derecho.
Me hablas de un tiempo en que los dominicanos no nos dejábamos tomar por pendejos.
Tiempo aquel en que la tinta confundióse con la sangre para escribir nuestra historia indeleble.

11

La recuerdo como si fuera ayer
haciendo alarde de la negrura en su piel
y caminando con un tumbao inimitable por las inmediaciones del Parque Valerio.
Fijó toda la picardía de su mirada en mí,
mientras se acercaba como danzando un vals.
Llevándome a sus aposentos, desnudó mis vergüenzas a plena luz
haciendo uso de sus atributos y dándome una intensa pero breve sesión;
la inocencia precoz le ganó a mis elaborados cálculos,
abreviando aún más en encuentro.
Al despedirse, entró su mano en mi bolsillo tomando lo que quiso;
para luego darme la espalda
y con la voz entrecortada decirme: ¡Vuelve pronto more!

12

Con los hilos de mi destino
al fin pude tejer una cuerda
para delimitar la distancia
que me separa de ti;
capaz de resistir los más fuertes tirones, difícil de romper.
Pero mi dicha y el festejo que le precedió fueron fugaces,
porque recién descubrí que la cuerda tiene un lado más débil y angosto;
que podría sucumbir ante los implacables vientos de tu invierno
y ser cortada por la filosa tristeza que acompaña mi soledad.

13

Al principio anduvimos descalzos y desnudos,
hasta que arribaron las promesas de abrigo y calzado.
Fórmula aprendida y repetida cada cuatro años,
en tanto nos sentamos a esperar que sean cumplidas.
Seguimos creyendo en la esperanza de cambio y en los persuasivos discursos de mentiras disfrazadas de verdades; esperando a los políticos honestos y a los maestros resucitados. Y al final, seguimos descalzos y a la intemperie, caminando entre cristales rotos y campos de espinas.
No hay abrigo, no hay comida, no hay calzado. ¡Ningunos cumplen sus promesas!

14

¡Ese era un ladronazo!
Así gritaba doña María
con aparente convicción
y tan rebosante energía,
mientras el ataúd de Pablito
era llevado hasta su nicho
y sus cercanos lloraban
llegando casi al desquicio.
Aunque fuera cierta la acusación
de que tomaba lo que no era suyo,
había llegado al lugar donde se pierden los títulos y el orgullo.
En las tumbas contiguas
se podía leer con ironía
que quedaba en el olvido
quiénes fueron algún día.
En medio de la quietud donde muchos no tienen flores ni cruz,
donde descansaremos todos cuando se apague nuestra luz.

15

Tienes una historia triste
que no le cuentas a nadie,
porque al iniciar el relato las lágrimas anegan tus ojos
y arrebatan la sonrisa de tus labios.
Guardas todo dentro de ti,
hasta el día en que no puedes
ocultarlo más y de tus poros
emanan las letras
que exponen tus verdades.
Se rompe el silencio
cuando hablas de tus sueños no cumplidos,
de la escuela que no conoces,
de los padres que te negaron
y pusieron precio a tu vida.
Así se conjuga tu poema nefasto,
ese que no le contabas a nadie.

16

Quise aventurarme a caminar por las calles en esta ciudad, conocer sus rincones acogedores y aprender de memoria sus inhóspitos callejones: y en mis andanzas pude descubrir fascinantes esquinas más allá de las expectativas abstractas que había preconcebido.

Dejándome llevar por el ritmo y las luces hipnotizantes de la gran urbe y sus vehementes provocaciones.

A fin de cuentas terminé exhausto, golpeado, desolado y de vuelta al cascarón de donde había salido.

A refugiarme de nuevo en mi tinta, en mis oscuros adentros, lejos de las bulliciosas esquinas e incitantes callejones de la engañosa ciudad.

17

Afirmaba no creer en el amor a primera vista,
pero cambió mi perspectiva al cruzar el umbral
del colmado y fijar mis ojos en ti.
Ni siquiera las minifaldas y los leggins
que se paseaban en los alrededores
pudieron desviar mi atención de tu atractivo color ámbar.
Pagando el precio de tenerte cerca,
te llevé con cuidado en mis brazos para refugiarnos bajo nuestro techo de zinc,
que celoso contemplaba como tomaba largos sorbos
de tu cautivador néctar al son de los cubos de hielo.

18

Me traes ese aroma a batey que despierta mis sentidos,
ese sabor a melaza que guardo celoso en mi paladar.
Caigo de rodillas ante tus puertas abiertas
y enciendo la luz para contemplar la perfección de tus defectos.
Sin piezas textiles que estorben tu piel morena besada por el sol,
destilando caña de azúcar por los poros.
Tu pelo rizo me invita a hacer una fiesta entre mis dedos,
mientras tus uñas trazan un mapa en mi espalda
y la luz del alba nos sorprende por la ventana.

19

Romperme.
Rehacerme.
Morir.
Renacer de tu tierra,
frente a la costa bañada por las aguas del Mar Caribe.
Rearmar mis piezas bajo la noche estrellada
dejándome acariciar por la brisa del malecón.
Resurgir al ritmo de las olas,
cautivado por los cantos de las sirenas.
Volver a ser caribeño.
Isleño.
Mulato De cara al sol.

20

La casita de campo guarda nuestros secretos más íntimos:
el verano que ardía entre nuestros abrazos,
las mariposas inquietas en tu estómago,
el rubor de tu rostro al robarte el primer beso.
El olor a leña, cómplice de nuestras escapadas nocturnas
y de los roces bajo el agua del río.
Sus paredes de madera tendrán para siempre
escrita la historia que hicimos entre sábanas blancas.

21

Esta maldita forma en que vivimos,
ella es la culpable de que resulte imposible
no enterarnos de los ocasionales
encuentros pasionales de la vecina.
Por estar tan juntos y revueltos,
se nos hace difícil caminar en las noches
sin tropezarnos con la pistola que nos apunta y nos amenaza para despojarnos.
En estos intrincados laberintos
nos volvemos supervivientes, joceadores,
forjadores de nuestra propia suerte, arquitectos del destino.

22

El tiempo cruel expande sus alas para emprender su inminente vuelo de ida.
Sin siquiera tomarse la molestia de mirar atrás,
para saber si hemos dejado algo roto u olvidado en el camino,
amores perdidos o esperanzas frustradas.
Este tiempo silente que no advierte;
pasa sin pedir permiso; dejando a su paso peso,
arrugas y cabello blanco.
Tiempo inmutable, tan breve y tan eterno,
tan simple y tan complejo, tan real y tan abstracto.
Este tiempo astuto e incansable,
ladrón de sueños, arrebatador de juventud.

23

Hoy desperté con tantas ganas de escribir acerca de lo que sentía por ti
y hablar de nuestra historia de amor.
Pero extrañamente,
los verbos se negaron a ser conjugados alrededor de tu nombre;
las letras se escabulleron ágilmente entre las líneas azules:
incluso el bolígrafo leal se opuso a plasmar su tinta sobre las páginas
y a fin de cuentas, el papel quedó de la misma manera que dejaste mi corazón;
solo, vacío, en blanco, sin nada.

24

Nadie sabe a cual de ellos le tocará la suerte,
podría ser Carlitos, Bryan o el zurdo;
pero quizás alguno sea famoso por el fruto de sus esfuerzos.
Quizás dentro de unos años pasará cerca del viejo estadio,
recordando las mañanas en ayunas bajo el sol abrasador.
Quizás nunca más vuelva al barrio y se olvide de las manos que le ayudaron,
los sabios que le aconsejaron y los amigos que le apoyaron.
Quizás sus sueños se queden aquí mismo,
su semilla no germine y prefiera otros vicios y deleites.
Quizás…

25

Estuvo horas de pie cerca de la ventana,
esperando sigiloso y paciente la hora exacta de la tarde.
Sonrió con notable alegría, al ver que la espera daba sus frutos
y al fin sus ojos se deleitaban con esa exquisita beldad.
Sus manos inquietas jugaban con la rigidez de su curiosidad,
descansando entre sudorosos suspiros.
Mientras tanto en el patio contiguo;
la vecina amenizaba su espectáculo diario,
deslizando el jabón de cuaba entre sus estrías,
combatiendo el calor con ráfagas de agua fresca
y entonando canciones de Ana Gabriel.

26

Esperar cuesta y desespera;
más aún cuando esperas basado en los aires de tu propia esperanza.
Sabiendo que quien esperas no vendrá,
que ni siquiera se tomó la molestia de mirar atrás
para saber si todavía respirabas cuando te dio la espalda.
Esperar es difícil, más cuando la ciudad te abruma
entre el ruido ensordecedor de las bocinas,
los estridentes dembows en los colmadones
y las doñas religiosas que amenazan con infiernos y glorias.
Esperar no es bueno, más cuando sabes que a quien anhelas ver llegar,
ya terminó con la espera de alguien más.

27

Pasea en las calles con su uniforme gris,
desprendiendo hombría por donde pasa,
exhalando autoridad, intimidando con la mirada.
Aparentando ser tan bravo como Atila,
pero queriendo extinguir el fuego pompeyano que arde en su interior.
Pero esconde su realidad, queriendo decir a gritos lo que en verdad le apasiona:
soñando con caminar en tacos por el malecón,
preocuparse más por el brillo de sus uñas que el de sus botas negras.
Y en vez de las batallas de Carlomagno en el asfalto
preferiría gozar en las fiestas de Calígula.
Soñando ser él mismo, sin máscaras, sin rangos, sin uniforme.

28

Soñé que caminaba por un sendero limpio
en el cual usaba el suelo como espejo.
Al ver la ciudad tan impecable y colorida,
de inmediato pude notar que deambulaba solo entre quimeras.
Supe que todo era mentira, quise despertar
y ver la realidad que me rodeaba; la basura, el ruido,
la muchedumbre, los olores y las mentiras.
Entonces, volvieron mis sentidos a su habitual estado,
sabiéndome en mi cambiante planeta,
en mi invidente país, en mi crédula ciudad.

29

Callejón de secretos y sueños rotos,
de juegos y sonrisas, de realidades y lágrimas.
Callejón de besos robados, amores escondidos,
sudores pasajeros y manos agarradas.
Callejón que ha escuchado los dichos de las abuelas,
los chismes como avispas al oído y los piropos sin sentido.
Callejón que solo para unir dos calles fue concebido,
pero durante su trabajo,
nunca imaginó que de tanta diversidad sería el más fiel testigo.

30

Interno en mi ser,
trato de escribir y desenvuelvo recuerdos
dejados en los rincones olvidados del tiempo,
aquellos que la memoria no ha podido tocar ni borrar.
Deambulando solo entre las luces,
buscando una chispa para encender la llama que ponga fin a mi oscuridad.
Deseando encerrarme para siempre entre el espeso verdor,
la brisa fresca y las aguas dulces;
a mi antojo, dentro de mi propio frasco de paisaje.

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