Ambiorix Encarnación

Ambiorix Encarnación

Ambiorix Encarnación (San Juan de la Maguana, 1987). Escribe cuentos, poemas, y ensayos poéticos, siendo la poesía el género que mas cultiva. Ha hecho aparición en la Antología Poetas de la Era 2da edición, y traductor de dos de las “Conferencias Magistrales 2011” de las Ediciones Ferilibro. Actualmente se dedica a aprender idiomas.

Ambiorix participó de la convocatoria abierta al público del Reto Poético de Frasco de Paisaje, de la plataforma cultural Moñohecho. Aquí compartimos los poemas suyos correspondientes a la versión del reto celebrada en el 2017.


Para conocer más detalles sobre qué es el Reto Poético, entra en este enlace.


RETO POÉTICO

01

Miradas de infierno
Labios rostizados por dos pesos,
Ciudad de ecos infanticidas
Y niñez que se cae de los labios.
En la cabeza,
La cubeta de esperanza cuesta.
El dembow envenena el cuadro
Y bocinas desesperadas
Inyectan la temperatura.
Despiertan demonios de medio día
Y las fresas que se caen
Y el acelerador, que derrama sangre.

02

Siéntate a mi lado,
Susúrrame al oído,
Vierte en mis oídos,
Tus marcadas miserias,
Acurrúcate adormecida ante mi espanto,
Quiero dibujarte tantos te quieros,
Rincón, por rincón, piedra por piedra,
Háblame de tus gritos y sirenas,
Del hedor de la mierda en tu cintura,
Tus ojos violados
Y andamios de sangre.
Quiero consolarte
Lamerte centímetro a centímetro las grietas,
Esconderme en tu lamento,
Y dormir en tu soledad
Como uno más
De tus escupitajos.

03

En el concreto crece el hambre
Como enredaderas
Y no mitigan los pesos
El sol que fustiga
La mirada del pedigüeño,
Las ansias de la aguacatera
Que disfraza la esperanza de nombre vecina,
Ni del limpia vidrio,
Ni del tecato,
Donde mueren muchas ansias.
La mirada se crece
Ante el humo que echa
La Lexus a mi cara.
Y siento un hambre voraz
En la ciudad
Que me fulmina
Que me enferma.

04

El día cae como hoja marchita
Sobre mis pies desiertos.
No siente la espera
El tiempo eterno
Donde se sienta.
Existe un vacío que le late
Al recuerdo.
La ciudad se hace nada
Y la saliva en los labios que faltan.

05

La ciudad me mira
Con su herida angosta
Su silencio lerdo
Su tiempo inepto.
Y los retazos de las lágrimas
Se vierten
Dónde se le pierde la mirada.
Mastica azufre,
Traga inmundicia.
La ciudad no llora,
Baila y se emborracha,
Destila gestos,
Tras su mirada herida.

06

Recojo pedazos de risas
Estrelladas en el piso,
Me retuerzo en la arena
Que ha devuelto sus muertos,
Una hilera de besos
Recorre el blanco que mancha mis ojos
Se envuelven en carcajadas
Que habían dicho adiós.
El mar me escupe su alegría.
La ciudad respira…
Yo soy la ciudad.

07

La cama lame las heridas al desencanto,
La prisión que se ahoga en el romo malo
Muestra la otra cara de la moneda.
Y sigo existiendo besando fantasmas,
Y sigo existiendo, explorando ansias,
Entre playas negadas,
Y una ciudad vendida.

08

Mi ciudad, un pedazo de dólar devaluado,
Puta mal follada por blancos,
Un hambre que se ahonda entre lujos,
Un rio de caras barajadas en las tristezas.
Ocho horas eternas entre maldiciones y esperanzas,
Tierra prometida del dueño del oro y la plata,
Canal de explotados y playas prohibidas,
Donde el hola agringado ignora la penuria que se lo mama,
Y la z nos latiga aún con la colonia
De descaros encubiertos.
El hambre que no acaba,
El trabajo que le miente a la cama
Donde se ríen mis miserias.

09

La noche se deshiela donde la muerte ruge pérfida
Y lloran las escopetas al ritmo del filo machetero,
El rum rum rum se parquea buscando el intento fingido
De las horas perdidas.

Un tugurio contempla las almas que se desvanecen
Sobre la carretera herida.
Ya no hay más que buscarle al escondrijo de la noche.
Solo saliva y sal,
Tras las ventanas cerradas.

10

La soledad es un frasco de dulce
De coco, de leche, de ciruelas,
Un aguacate, u otra fruta,
Es un reloj barato, o una
Ropa interior calcinando un negro
En las vías de la autopista Duarte
Desmenuzándose entre los múltiples rostros.
La soledad es esa mirada quieta,
Famélica y magra que se lanza al pasante
Que lleva los pesos en su propia hambre.

11

Dormido en el saco del silencio
De la ausente pregunta
Y la noche abierta como océano,
Me encuentra la daga de la duda
Y la mugre del pensamiento sepulta.
¿Dónde está dios? preguntan mis ojos
En todas partes,
Excepto en las callejuelas del conde.

12

Me escondo en los rincones de la zona
Donde no llegan las vidas ni las hormonas,
Ni la mierda, ni el hambre
Ni los vestigios del perro aventado
Que descansa a la vera.
Y en el lujo y la palabra estrangulada
Le crece una llaga a mi voz.
Vivo en la calle de sueños
Donde esta ciudad de cieno y polvos,
No existe.

13

En la esquina chofer, en la esquina de miedo
En la esquina cubierta de sangres y cruces,
En la esquina del intercambio de muertes,
En la esquina de espantos y fantasmas,
En la esquina me quedo,
Donde se erigen las pilas de horas troncadas,
Donde late la cicatriz del cuchillo en la entraña,
Me quedo en la esquina,
De mi miseria y enigmas.

14

La ciudad me recuerda las tumbas internas
Donde me sepulto a mí mismo,
Las álgidas risas hirviendo en entre todas mis verjas
Y los barrotes que me protegen de las penas
Y las penas que a veces se cuelan,
Y las veces que mueren de hastío.
La ciudad me recuerda lo perdido de mis carreteras,
Lo herido de mis caminos,
Lo fútil de mis risas. Entre el combo
De ira, calor y paciencia,
La ciudad me recuerda perdido en mí mismo,
Como el más engañoso de los espejos.

15

Los cables que ahogan hondo hondo
El colmadón y el dembow altos, altos, altos,
El hastío que corroe pleno, pleno, pleno
En aquella ciudad sin dueño, dueño.
Corre extrañado el humo, humo,
Entre la mugre y el desencanto
Y de esta ansiedad que corre corre
Apenas se siente el latido.
El barrio es un despojo
Mis manos adúlteras
Le siguen las huellas
En esta ciudad, prendida de espantos.

16

La ciudad es ese niño,
De latidos pisoteados y sueños inertes
Que pide en la esquina,
La ciudad que cubre el macuteo
Y el cuero que grita
Bajo el güevo del hambre.
La ciudad es la carcacha
Que deprime mis años
Y los 5 pesos que faltan pa pagar al chofer,
Y el fiao que se paga tarde.
La ciudad es ese instante que se repite,
Insistente y doloroso
En la miseria.

17

18

Vendo sueños,
En papel de cigarros, envueltos,
Copiando al venezolano que vende arepas
Dibujando con sus labios la esperanza.
Vendo milagros,
En la Duarte, copiando la haitiana que me dice amor.
Vendo una muerte inolvidable,
Una vida incancelable,
Vendo los días que me quedan
Sumergido en mi marasmo.

19

La ciudad lame las escopetas,
Aquellas armas fraguadas
Para cuidarnos de los juegos del hambre.
La ciudad lame el verde del guardia,
El gris del policía
Que regresará muerto de añoranzas.
La ciudad lame el peligro que corre bajo mis pies.
Y mientras se revuelca como cerdo en su tierra,
La ciudad lame las dudas
Que me llegan a la mente
Entre el calor y mis miedos.

20

Un polvo ofrecido en la Duarte,
Con impronta de mujer dominicana,
Unos labios que chupan
Sin pudor una paleta
Con olor a hombre venezolano.
Ambos me ofrecen sus dotes
Bajo un sol putrefacto
Que amenaza con convertirse en noches
Donde esconda mis bajos instintos.
Unos tenis con olor a haitiano,
Me rebasan las respuestas,
Y un dolor con olor a penas
Se crucifican en mi espalda.
Todo o nada es la ciudad de inventos
Y brazos abiertos a la nada.

21

Yo te vi encarcelado amor mío
Entre los brazos del descaro.
Yo te vi aprisionado entre los recovecos
Del silencio que le quedaron a tus manos.
Y te vi discutiéndole a la tarde que se licuaba
En el te amo.
Yo te vi amor mío haciéndole siluetas
A la glorieta de la esquina,
A las palomas del Colón
A los gringos del Conde,
Al hijo de puta que vive en el cuerpo de la estatua.
Y te vi y no me conociste.
Y yo te dejé ir entre tu ignorancia
Y mi silencio gastado.

22

Le dije adiós a su olor
De gomas gastadas
Y sus temperaturas ardientes.
Su silencio se quedó pasmado
Y unos choferes de guagua
Rompían la monotonía.
Dejaba tirados aquellos años
Que en las piernas de un tíguere
Maté nostalgias.
Arrastraba en las gomas el cadáver de momentos
Que no enterré en la Duarte
Ni en la 27 de febrero.
Dejaba el te quiero entre aceras heridas
Y asfalta de pendejos.
Y me fui lejos a otras esquinas robadas.
Era el momento del adiós,
Y la ciudad, lloraba.

23

Así a lo lejos, como si nada,
Con el concho que cuenta sus andanzas,
Las malapabras que provoca el culo que se mueve
Pintado de moreno,
Me voy pintando de la ciudad que canta
Y llora y se ríe en sus penas.
Le pongo estado a la carrera,
Y el limpia vidrio que aparece
Huele a pecado mortal.
Ya todo es nada entre mis puños
Y mi mirada.
A lo lejos como si nada,
Sigo comiendo una ciudad
Que se pudre en mi tristeza.

24

Quisiera verte reír,
Vestir de rojos tus labios
Y revestir tus carreteras,
Desandar tus montes lejanos
Y hacer que crezcan ilusiones en ti.
Quisiera verte verter aquellas fantasías
Con la que sueña el ser madrugado.
Y deshacerte de los fantasmas
Que te crean el nombre
En los lugares lejanos.

25

¿Cómo exigirle al medio día algo más que fuego?
¿Cómo exigirle a este estío algo más que penas?
En las piedras regadas bajo el puente y los dolores,
En las cuevas del malecón donde nacen sus espuelas,
O a la orilla del río de cicatrices no cerradas
No le pido al silencio que sólo sea silencio,
Y un dolor ensordecedor que sea sólo dolor,
La ciudad alberga las horas destruidas sobre el pecho
Y a esta tarde incipiente y sin memorias
No trae más que palabras y gestos
Que otro día serán otra vez calor.

26

La ciudad se pinta de gris
Entre el agua errante
Y la gente sin destino,
Fantasmas que respiran
Se lanzan sin reparos
Entre llantas y apuros,
Me voz se acurruca y mi pensamiento se arruga
Se acongoja un latido y sigue su marcha.
La ciudad se envenena y se le explotan las venas.

27

La ciudad tiene esas magias
Que pululan donde quiera
Entre la jeepeta de millones
Y una cama de cartón.
Y una tipa que se ofrece
Y otra que se desvanece
En alguna heladería,
Entre el tipo que se ofrece
Y otro que deja las pieles
Bajo el sol que rostiza.
La ciudad tiene esos niños
Donde mueren esperanzas
Y aquellos al que la sociedad avala
Y los entrena sin parar.
La ciudad tiene esas magias
Que le sobran a mis desiertos.
Caras infinitas enclaustradas
En cada una de sus fases.

28

Si le digo que sí a tus letanías
O a la elegía en las manos de un limpia vidrio
O del niño pedigüeño
O del buzo en duquesa,
O el arma que ciega
La esperanza por un reloj,
Si le digo que sí,
A tus muertos de carreteras,
Podría ser el próximo sepultado
Entre el vacío y tus ruidos,
Entre tus horas vagabundas.

29

Vivo lo que viven todos cuando herimos el día,
Cuando el tiempo nos mata,
En la prisión de la rutina.
8 horas que nos desnudan
Y que se buscan cuando no se encuentran,
Rostros marginados por una espera,
Con final desaprensivo.
Suena la bocina maleducada,
Los tapones se hacen escuelas.
Me retuerzo en los mismos miedos,
Me desvanezco en la misma espera,
Soy uno de los tantos fantasmas,
Que anda poblando la ciudad.

30

La ciudad se nubla de conchos y bocinas,
La calle es una mártir insuperable,
El pandemónium inicia su acostumbrada escala
En días donde de se alquila la paciencia.
No duermen mis demonios ni mis congojas,
El cuerpo es un ánfora vacía.
Voy a las 8 horas de mi condena.
Y el silencio es un muerto putrefacto
A quien deseo darle vida.

FACEBOOK TWITTER TUMBLR PINTEREST

No hay comentarios:

Con la tecnología de Blogger.