POESÍA FRESCA: Washington Cucurto, poesía e inmigración con portadas de cartón.

POESÍA FRESCA: Washington Cucurto, poesía e inmigración con portadas de cartón.

Washington Cucurto (Santiago Vega, Quilmes, 1973), es un poeta argentino que se cree dominicano. Sus poemas son más dominicanos que la mayoría de la poesía dominicana contemporánea. ¿Por qué es tan raro? Bueno. Cucurto es de esos poetas que te encuentras por sorpresa, que te lo trae Román desde Baires o te lo vende Frank en una venta de garaje. Sus temas se desprenden quizá de su visión caleidoscópica, identificada con el fenómeno de la migración y los personajes comunes que son fruto de ella: aparecen las Yuleidis, las Justinas, las Miguelinas, las Yulisas, las Zenaidas, y par más. ¿Cuántos poetas criollos le dedican un tema a alguna Yafreisi o Yamilet? Bueno, por ahí va la cosa. 



Washington es un atolondrado que inició un proyecto bien interesante (bien parecido al estilo de Ediciones de la Crisis, Santo Domingo, 1985), con Eloísa Cartonera, proyecto que incorpora al recolector informal "cartonero", y le utiliza en ediciones con portadas pintadas a mano y papel fotocopiado. El principio es básico: la utilización de material barato, aprovechamiento del recurso del reciclaje y ayuda a los cartoneros. Este personaje me parece hay que prestarle atención... Ojo: nadie sabe si se lo encuentre en algun paisaje de San Juan de la Maguana o Higüey.  

-Claudio Troisemme.

Aquí compartimos algunos poemas de dos poemarios suyos: "Veinte Pungas contra un pasajero" (Ediciones Vox, 2003); "Como un Paraguayo Ebrio y celoso de su hermana" (Ediciones Vox,  2005). 



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POEMAS:

Como un Paraguayo Ebrio y celoso de su hermana


Cucurto, Washington. (2005). Como un Paraguayo Ebrio y celoso de su hermana. 
Buenos Aires, Argentina; Ediciones VOX.


Patos de plástico en una palangana


Darles la vida sería el milagro.

Pero lo único que puede darles la vida son las pilas. Así,
como Io único milagroso que hay para nosotros (porque depositamos
nuestra fe en ella) es una Cuzqueña bien helada.
Desafortunada comparación para los patitos del Paraguay fabricados
para hacer furor en la mentalidad infantil de la época.
En dias navideños ningún pibito se fijaría en unos patitos chapoteando
en una palangana. ¿No tendrán una correcta exhibición?
Los patitos de plástico son la novedad en estas fiestas y en las baldosas
de la Recova del Once, ahí donde la Avenida Pueyrredón muere.
Hay que salvar a estos patitos de las manos callosas de sus vendedores,
ofertantes de porcelana, gritones de estilo superpasado que los
llevarán irremediablemente al fracaso comercial. ¡El fracaso comercial
baja al espíritu!
Les pasará lo mismo que a los cubos mágicos ofrecidos por malos
vendedores de ciruelas, de cadenitas, de figuritas de fútbol viejas. Un
vendedor de figuritas no puede nunca largarse a vender patitos de
plástico.
¡A la mierda los vendedores de figus de fútbol viejas!
¡Esto es el Once!
"A cada vendedor su mercadería", tendría que explicitar un cartel en
esta centenaria Recova.




Bar

Playas divinas de Centroamérica
palmeras mas soberbias que el brazo de Dios;
kayak, motos acuáticas:
es la República Dominicana del Amor,
en el póster del bar dominicano
de la calle Santiago del Estero.
¡Quién las tuviera en la retina: en los
pómulos su arena, y en las narices su olor!

Oh, playas centroaméricanas soberbias
de la República Dominicana del Amor,
para ustedes no hay farmacias ni profilácticos,
¡qué felicies son!

Me emborracho mirándolas, soñando con
esas tierras que sólo puedo imaginar en sueños...
¡El águila (cuanto me hace suspirar), colorada
del ministerio de Turismo de la Rep. Domi!

Me pierdo soñando y soñando...

¡Qué hace la humanidad que no salta
a este poster de sueños fugitivos de otra época!

La humidad está acá, en este bachatoso
bar de "Republic Dominican", convulso
el canto de esas mulatas hijas del señor Anta


¡Playas dominicanas, quién las viera!




Oración del repositor en el supermercado


Señor,
aquí estoy gozoso de salud
y Heno de trabajo,
frente a las góndolas de las verduras
aquí estoy en el supermercado
y todavía no he visto al amigo Whitman;
estoy entre batatas y papas y coliflores alegres
soñando colifloreamente,
con chicas cola de pato.
Señor,
te habla tu hijo shiome
la jugada a favor que te salió contragolpe.
Haz que el arroyo Sarandí se cristalize
con un suave y delgado movimiento de tus dedos
que a sus bordes cristalinos crezcan
tilos,
eucaliptus
y moreras en cinta
para cuando ella baje del 148
pose su dorado pie sobre el asfalto de Sarandí.
Entonces el riseñor volverá a cantar en la pampa.
El picaflor volverá a libar la flor en el campo.
Berazategui será un camino de canciones.
Ezpeleta la ciudad perdida para el amor.

Señor,
haz que paren las lluvias en Concordia
que este niño caprichoso deje de llorar
que la corriente del niño desaparezca
sino pobre del superpoeta Durand, Daniel.
¿Perecerá bajo las aguas de Concordia?

Señor,
haz que los muchachos de la selección
jueguen la final
del evento mas hermoso de la tierra,
del deporte mas poético del mundo,
fútbol-poesía-viva,
la destreza del pie y la armonía de la pelota,
Resérvanos un lugar para nosotros
los intelevisivos,
grasitas de Evita,
ciudadanos nunca ilustres,
los que la puchereamos día a día.
Resérvanos un lugar
aunque sea en el banco de suplentes,
el jujeñito que juega en la Puna
donde no flamea la albiceleste;
ayuda a estos malandras,
sátrapas,
rantifusos de la esférica,
atorrantes de la gambeta,
malcriados del hincha.

Dios mío,
soy un grasita que apenas ve un pozo en la calle
un bondi Iaburando a full los amortiguadores
en el empedrado;
Ia poesía negra y mala
como tenaza de carpintero,
arisca como una moto.
¡Danos un gol, Señor!
Que es el pan y la alegría de los pobres;
que cuando ella baje del bondi
el arroyo Sarandí sea un camino de canciones,
de vez en cuando me mire,
deje de scanear códigos de mortadela.
Haz que Diego vuelva
y tanos gallegos y brasucas
caigan rendidos a sus pies
es decir su zurda
¿Angelical o demoníaca?
Afina la puntería del fino Crespito,
goleador sin goles,
romperedes sin red,
ilumina al rabonero Matias Almeyda
refina la zurda refinada de Fernando Redondo.
Ayuda a Gabriel Batistuta,
florentino y dantesco,
arcángel de toda alegría,
dueño de toda dicha.
Danos un gol, señor.
Gol celeste y blanco,
gol azul y oro,
gol granate,
gol de River Plate,
gol tripero y pincharrata
por la calles de La Plata,
gol en Avellaneda
cruza la pelota
de vereda en vereda
gol rosarino
leproso y canalla,
gol de pura suerte
como ganarse una mina
por Corrientes,
gol con olor a muerte
gol funebrero
gol de emboquillada,
gol vertiginoso
gol de López Piojo,
gol con ritmo culebrón
como los de la Bruja Verón.
¡Danos un gol, Señor!
que se lo gritaré a mi jefe,
se lo dedicaré a mi madre.
La pelota nos espera
en el centro del campo:
Dulce mariposa vencida por la lluvia.
Barrilete sin luna,
esfera cósmica,
caja de coral donde los hombres
guardan los sueños más sublimes.
La pelota nos espera, riacha,
flotando en un charquito,
como una cebolla embarrada
en la pileta del verdulero.
Tú sabes, Señor,
si Argentina gana en Francia
la Nación volverá a ser
esa casita de chapa al costado de la ruta;
reverdecerán las flores,
el riseñor volverá a cantar en la pampa,
el picaflor volverá a libar la flor en el campo.
Los desocupados tendrán el corazón ocupado de alegría.
La inflación será un Frankesteín reconquistado,
los perros dejarán de ser discepolianos.
La negra baja del bondi, y se calza
la chabomba con cancha.
Ponete Ia albiceleste,
que todos sabemos que vos sos
argentino.

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Veinte Pungas contra un pasajero




Cucurto, Washington. (2003). Veinte Pungas contra un pasajero. 
Buenos Aires, Argentina; Ediciones VOX.


lluvia de estrellas

Idalinas, Justinas, Miguelinas,
Carolinas, Karinas, Cilicias y Ferisbundas;
Clarisas, Clementinas, ¡Arielinas!
Marielqui, Marielbi, Marilyn Sunildas;
Maripili, Mandalia, Mariola, Mariolga,
Yulis, Yulisas, Sunilditas;
Chechés, Casianas, Ignacias,
Janiras, Zenaidas, Yunisleidis.
Macorinas, Miraflorinas, arequipeñas,
maguaneras, itacurubienses, coqueñas;
risas, llantos, ruegos, alegres alegrías;
risas, rosas, flamboyanes, flanes,
pitaháyas, sancochos y sandias;
chipaguazús, añaretás, yasiterés,
curepís, mombayés, porá Iimbós.



Canción de la muerte por el barrio


La muerte pasó por Santa Cruz de Barahona

se llevó cuatro tíos y tres primos
preguntó por mí y siguió camino.

La muerte anduvo por Hato Mayor de Higüey

preguntó por mí, ¡mamagüey! y siguió camino,
antes se llevó tres parientes cercanos y tres parientes
lejanos.

La muerte mortaraz anduvo por Berazategui

halló a mi padre y a mi hermano (Cacho)
vendiendo remeras por los barrios.

Les dijo: "Vengan conmigo muchachos,

los voy a llevar a un lugar donde
todo el mundo usa remeras..."

Después se arrepintió, los miró bien:

"El infierno está lleno de quemados".

Por mí ni preguntó, y siguió de largo.




La muerte en San Juan 



Iba yo una mañana

bajando un cerro de plata
de esos que sólo crecen
en San Juan de Maguana.

Dos mulatas hermosas

me salieron al paso
Se identificaron con sus
carnets cárneos: pechos,
piernas y nalgas.
Todo de más
de suprema calidad.
¡La naturaleza,
qué tamaña hazaña!
Como solo se halla
en San Juan de Maguana

Una tenía una rara tonada

y otra un revoltijo en el pelo
ambas los ojos espantados.
Me dijeron que la muerte
me andaba con urgencia buscando.
Me miraron asustadas
como si fuese
un fantasma
¡Yo sólo deseaba sus pelos,
sus pechos, sus nalgas!
Mis flores dominicanas
me dijeron que la muerte
las enviaba
para matarme en el cerro
o en cualquier calle
de esas que solo se hallan
en San Juan de Maguana.

Justo un olor a margaritas

salía de ese cerro
¿Por qué yo?
"Porque sí,
porque sino
matará a nuestros hijos
primos y vecinos,
todos desnutridos.
Si llevamos tu carne
habrá comida para todos".
Lo que me dijeron
me llegó al corazón.
Y ahi mismito me dejé
tajar como una res.

Por el cerro verde,

la muerte como un tirano
come tuna
y se disfraza de pana,
como sólo pasa
en San Juan de Maguana.

........... ............


Macorinas, maguaneras, cibaeñas,

yo quiero hacer el amor con ellas,
con esas negras preciosas,

en el medio de este cerro.




Morera


A dos cuadras de la Plaza Once,

- esa a la cual Juan José Hernández
llamó "flor dormida en los sillones
de mármol de un prócer"-
hay una morera en la esquina
de un hotel alojamiento,
todavía se ven las columnas de las vías,
que dan entrada a la Estación de trenes
de Moreno, Luján, Lomas del Mirador.
La morera turquisa la vereda,
enfrente: las mangueras y chistidos
constantes de los chicos lavadores
del reluciente "Lavautos".
¡Quién fuera esa morera esplendorosa!
que todas las tardes de los veranos
ensancha la vereda con sus frutos
turquisas.
¡Ah, ocasional paseante que manchas
tus suelas ni siquiera sabes
que son de la planta mas hermosa
que inventó el aduanero Rousseau!
¡Ella está parada como un minón
de pollera incandescente!
¡Cómo quisiera ser esa morera, no caminar más
y estar ahí, en esa esquina misma,
de Mitre y Jeans Jeaures, durante 500 años,
oyendo pasar el tren e iluminando a todos

como un vigilante de la tarde la noche y la mañana!

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